Conocí a Adelina de forma casual, tras haberme sido asignada como abogada de oficio de manera fortuita tras una denuncia radicalmente falsa por maltrato doméstico. Lo primero que llamó mi atención fue el interés con que, sin prejuicio alguno, prestó oídos a mi versión de los hechos; su carácter empático y la agilidad con que asimiló mi narración, metabolizándola de inmediato, para articular un diagnóstico situacional y transmitirme un dictamen sólido, a la par que accesible… muy lejos de la jerga profesional con que, en el mundillo jurídico, otros profesionales resultan confusos, y hasta intimidatorios.

Nunca me ha dejado de lado; me encantaría pagarle los emolumentos que se merece, y la tendré como un referente ineludible en caso de que —y que no lo quiera el destino— me vea envuelto en algún otro jaleo.

Por último, decir que (y esto no resulta baladí hoy en día) domina a la perfección el contexto digital: WeTransfer; WhatsApp, etcétera. No es un dinosaurio antediluviano, como otros, de modo que resulta posible establecer contacto con ella a través de multitud de canales.

Maravillosa abogada, y aún mejor persona. Un saludo…